Por Daniel Sumalavia

Tras haber tenido que soportar las peleas de todos los años, las aburridísimas discusiones entre si se debe festejar la noche de brujas y la celebración de nuestra música criolla, voy a aprovechar para hacer piedades de promoción de temporada, hoy venimos con un 2 X 1 y así celebramos, de la forma de más nos guste, pero celebramos, eso es lo más importante.

El criollismo de dominio público

Hace un tiempo, a partir de una película que estaba produciendo una amiga me surgió un conflicto, ya que como hemos visto varias veces, para usar una obra musical sincronizada con una obra audiovisual es necesario contar con la autorización del autor, lo que en mucho de los casos implica tener que negociar el pago de los derechos patrimoniales, ya sea al propio autor o al tercero que administre este derecho.

Esto termina siendo un costo a veces inmanejable para el autor de la obra audiovisual y no lo digo porque sea injusto que el autor de la obra musical reciba un pago por el uso de su obra, sino porque el presupuesto para hacer cine en el Perú suele ser muy bastante escaso.

Es en estos casos en los que recomiendo no olvidar un recurso que da la ley de derechos de autor (Decreto Legislativo 822) para poder usar una obra de forma gratuita, que es utilizar obras que ya se encuentren en dominio público, que es el caso que se da cuando ya han transcurrido más de 70 años desde la muerte del autor, momento a partir del cual se puede utilizar la obra sin requerir autorización, siempre reconociendo los derechos morales del autor.

Ahí surge una tarea interesante, que es revisar aquellas obras cuyos autores hayan fallecido antes del año 1942 e ir no solo generando una base de datos de obras de la música popular del Perú que ya estén en dominio público, no solo para poder utilizarlas en nuevas obras, sino también para recuperarlas para las nuevas generaciones.

Los disfraces y el derecho de autor

El otro tema que surgió de una conversación en tuiter es el relativo a los disfraces que se usan para las fiestas de Halloween. Antes era solo la noche de brujas, entonces los disfraces eran brujas, fantasmas, mounstruos, pero con el pasar del tiempo se ha ido cambiando mucho, tanto en niños como adultos, dando paso a disfraces que actualmente pueden ser de cualquier personaje, por más que no den el más mínimo miedo.

En el caso de los niños y niñas, ahora lo que  más emociona es ser el superhéroe que puede con todo o la princesa del cuento (ya no la libran con el disfraz de gitana o de vampiro de nuestra época). La mayoría de estos personajes son de autoría de los grandes mounstruos mediáticos como DC Comics, Nickelodeon, Warner y Disney (que ahora va desde el disfraz de Mickey Mouse a Spiderman y tras los sucesos de la última semana Darth Vader).

Comprar un disfraz de alguno de estos personajes tiene una implicancia también para el derecho de autor ya que todos los personajes pertenecen a sus correspondientes autores y en los casos antes mencionados a los titulares de los derechos patrimoniales de estos. Esto significa que si yo quiero usar un disfraz de algún personaje conocido para mi hijo, sobrina, nieto o ahijada tendría que comprar un producto licenciado por la marca, dicho en otras palabras un “disfraz original”, lo cual no solo es bastante más caro, sino que en no todos los casos existen los disfraces (esto es lo que la ley dice al respecto, no me tiren los tomates a mi).

Quienes no van a tener mucho inconveniente con los temas de derechos de autor de sus disfraces de Halloween son las chicas ya mayores que últimamente, lejos del terror, le van a la secretaria sexy, la policía sensual o la enfermerita calentona, ahí no hay un derecho de autor de por medio así que puede continuar por esa línea de calateo (desnudamiento para mis amigos no peruanos).

Para cerrar esta piedad, comparto una réclame que es simplemente genial, como un pequeño homenaje a todos esos padres y madres que se rompen la cabeza para cumplirle el sueño del disfraz perfecto a sus pequeños y pequeñas :o) (es muy muy muy gracioso).