Por: Alfredo Lindley-Russo

Por estos días, Yazmín Marquina Casas (19), más conocida como “Gringasha”, es uno de los personajes más célebres en el Perú. Apareció en la escena mediática cuando se convirtió en el centro de la más reciente y sórdida historia de amor juvenil.

Motivado por encontrarse con ella para recibir el año nuevo del 2013, su pareja sentimental, el rankeado sicario apodado “Gringasho” (su nombre verdadero es Alexander Pérez Gutiérrez y cumplirá 18 años en unos cuantos días) se fugó del “Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación”, popularmente denominado “la cárcel de menores Maranguita” (por estar ubicado en la zona de Maranga en el del distrito San Miguel), porque según se habría enterado, “Gringasha” lo habría estado engañando con un “Negrasho”, que por supuesto, ahora teme por su vida... y no es para menos.

Aunque todavía no ha ocurrido, creo que es una cuestión de tiempo antes que “Gringasha” empiece a aparecer en programas concursos para celebridades, noticias de farándula, reciba invitaciones para desfilar en alguna pasarella y, ¿por qué no?, hasta formar parte del elenco de una nueva miniserie producida por Michelle Alexander. Y es que, lo que más se ha destacado en la prensa amarilla nacional, son las fotografías de esta señorita que no duda un segundo en mostrar sus despachados atributos físicos (hagan una prueba y busquen “Gringasha” en Google-imágenes). Muchas de estas imágenes han sido obtenidas del FACEBOOK de Yazmín. Con la excusa que son fotos públicas, algunos medios no han dudado en utilizarlas para reemplazar a las vedettes que suelen adornar las portadas de los diarios más populosos del Perú.

Lo que no se ha calculado, es que recientemente en los Estados Unidos de América se ha sometido a debate la titularidad de los derechos de autor que recaen sobre las fotos que se publican en las redes sociales. En el Caso Nº 10-02730, que todavía no es cosa juzgada, el demandante, Daniel Morel publicó en su TWITTER (@photomorel) una foto que él mismo había capturado cuando ocurrió el terremoto de Haití en el 2010 (algunas de sus fotos han ganado un World Press Photo en el 2011). La foto fue distribuida por la demandada, la Agence France Presse (AFP) y a la larga terminó siendo publicada en el sitio web de “The Washington Post”.

La defensa de AFP se basó en que los fotógrafos que comparten imágenes en TWITTER automáticamente ceden sus derechos para que cualquiera las utilice. Sin embargo, el tribunal de Nueva York que conoció el caso desestimó dicho argumento y precisó que si bien las condiciones del servicio de TWITTER permiten compartir (vía retweet) imágenes, ello no significa que los titulares de dichas fotos concedan licencias de uso comercial. La sentencia se basó en las propias condiciones de uso de TWITTER, que no autoriza a terceros la utilización de las fotografías publicadas sin el consentimiento de su autor, que en este caso, es Morel.

Este debate todavía no se ha registrado en la jurisprudencia nacional y el caso “Gringasha”, desde el punto de vista del Derecho de Autor, aún no ha sido sometido a discusión ante un tribunal nacional. Como sea, lo cierto es que gracias a las fotos que han sido difundidas en los distintos diarios de circulación nacional, la joven ha despertado el interés de muchos varones que, como sabuesos salivantes y sudando libido, morbosamente aguardan atentos a que aparezca el calendario de “Gringasha”.