Alfredo Lindley-Russo

Estaba preparando una clase y necesitaba un break. En la sala de mi casa hay una mesa de centro. Debajo de ella, un libro. DESIDERATA, PALABRAS DE VIDA. La edición que tengo es una traducción y adaptación de Editorial Everest S.A. con geniales fotografías de Marc Tauss. Como tenía la guitarra en la pierna, decidí ponerle música e improvisar un poco. Al terminar de juguetear, voy a la última página escrita del libro y leo:

Desiderata, es el poema más famoso de Max Ehrmann y lo escribió en 1927. Tres años después de morir su viuda publico Desiderata en Poems of Max Ehrmann junto con otras obras. Pero fue a partir de 1950, cuando surgió la confusión respecto de su autoría: un pastor de Maryland copió el poema en un folleto que distribuyó entre sus fieles. Junto al texto aparecería la fecha de 1962, año en que se fundó la Iglesia. Al final, todo el mundo pensó que se trataba de la fecha de creación de Desiderata y que su autor era anónimo. El texto alcanzó enorme popularidad. Fue impreso en libros, pósters y tarjetas en todo el mundo, además de recordado como canción…

Sin duda Max Ehrmann se hubiere alegrado del significado que han alcanzado sus palabras si tenemos en cuenta que en 1921 escribió en su diario: “Me gustaría, si fuera posible, dejar un modesto regalo, un poco de prosa sencilla que ponga de moda nobles propósitos”.

¡MALDITA SEA! Una nueva Piedad se caía sola de madura y me pedía a gritos recogerla del espacio para ponerla aquí (como la de César Acuña que resistí ferozmente a no escribirla jamás: tal vez si lo hacía decía que era suya). Cuántas aristas interesantes para comentar: el derecho de Ehrmann de mantener su obra inédita (derecho moral de divulgación); la decisión de su viuda de publicarla, conjugado con lo que el finado esposo escribió en su diario (transmisión hereditaria de derechos y voluntad del autor); la copia de la obra en un folleto por parte de un pastor (derecho patrimonial de reproducción) para distribuir entre los files (derecho patrimonial de distribución); el hecho de que todo el mundo llegara a pensar que el autor de la obra era anónimo (derecho moral de paternidad); el uso de la obra como canción (derecho patrimonial a la transformación y quizás, hasta un derecho moral a la integridad si se cuestionaba dicha adaptación). Y ahora, el uso que yo le doy para improvisar una canción propia y colgarla en el Facebook de Pichilonadas (aquí) (derechos de reproducción, transformación, integridad y comunicación pública). 

¿Lo mío es infracción?” Pensé. Busqué la fecha de muerte de Max Ehrmann: 1945. Estamos en el 2016. Desde el día primero de enero del año siguiente al de la muerte del autor (o sea, desde 1946), al día de hoy, han pasado 70 años. ¡Uf! Desiderata ya está en el dominio público por lo que –en principio el plan no me pone en riesgo de meterme en problemas. Pero, ¿y el post? ¡Yo ya había decidido no publicar más Piedades (aquí)!; aunque muchos no me creyeron. Y como por ahí alguien siempre me dice que soy esclavo de mis palabras, no lo haré. No escribiré un post. Solamente, escribí esto para contarles que casi lo hago…