por: Alfredo Lindley-Russo
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Malware (del inglés malicious software, también llamado badware, software malicioso o software malintencionado) es cualquier aplicación o software que pueda representar algún daño a un sistema o sus aplicaciones. De esta denominación derivó el crimeware, un malware específicamente diseñado y desarrollado para perpetrar un crimen de tipo financiero o económico. Así, ahora no solo hay virus que afectan nuestros sistemas, sino también troyanos, gusanos (IWorm), adware y spyware

Nótese que nuestra ley de derechos de autor, que expresamente califica como obra protegida a los programas de ordenador (software), los define como una expresión de un conjunto de instrucciones mediante palabras, códigos, planes o en cualquier otra forma que, al ser incorporadas en un dispositivo de lectura automatizada, es capaz de hacer que un computador ejecute una tarea u obtenga un resultado. La protección del programa de ordenador comprende también la documentación técnica y los manuales de uso.

Ahora bien, los malware son también programas de ordenador por lo que, en principio se tratarían también de obras protegidas. Y es que a diferencia de las marcas, en la legislación sobre derechos de autor, para la protección de una obra, es indiferente si esta trasgrede la ley, el orden público, o las buenas costumbres… ¡Felizmente! porque si no, nunca hubiéramos podido leer las excelentes entrevistas de la revista PLAYBOY.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ummm, y donde queda el Art. V del Código Civil que dice: "Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbres"??

Slds
^perro chusco^

Por Piedad Intelectual dijo...

Gracias Perro Chusco, por la precisa acotación.

Pero nótese el uso de las palabras en la redacción del post: “…EN PRINCIPIO se tratarían también de obras protegidas…”, por lo que no estamos frente a una afirmación concluyente sobre el particular, sino que más bien deja abierta la posibilidad para una discusión que con mucho tino adviertes e invitamos a nuestros lectores a discutir…

Saludos,
Alfredo Lindley-Russo

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