Por: Alfredo Lindley-Russo
Apostaría mi cabeza a que aquella modelo nacida en Florencia el 15 de junio de 1479, Lisa Gherardini nunca probó una hamburguesa. Estas se inventaron mucho después en algún momento entre el siglo XIX y el XX cuando apareció la máquina de picar carne inventada por el ingeniero alemán Karl Drais. Pero sí estoy seguro que si su esposo, Francesco Bartolomeo del Giocondo, hubiera sabido que el rostro de su cónyuge que fue inmortalizado por el genial Da Vinci en “La Gioconda” hubiera sido reproducido en el futuro con el llamado «filete americano al estilo Hamburgo» que llevaron los inmigrantes alemanes de finales del siglo XIX a los Estados Unidos, hubiera quedado absorto.
Solo hay que ver a este sujeto reproduciendo la obra de arte más famosa del mundo, en un lienzo enorme haciendo uso de tan solo con la grasa de las hamburguesas, para entender a lo que me refiero… simplemente fascinante.
Mucho más sorprendido hubiera quedado Don Francesco si una máquina del tiempo le hubiera permitido ver la rapidez con la que se dibujó a su mujer con el programa Paint. Claro, el que se hubiera sentido torpemente lento, es el propio Da Vinci.
Como se puede ver aquí, la misma obra se puede hacer de mil maneras diferentes. En la espuma de un café (para mí, esta es la más sorprendente pues se trata de una habilidad artística que va más allá de mi entendimiento), en la suciedad de la ventana de una auto, en un jardín, etc.
Si la obra de Da Vinci todavía contara con derechos patrimoniales de autor, nadie podría hacer estas obras derivadas no sin antes contar con la autorización de Leonardo o de sus herederos. Sin embargo, los derechos patrimoniales sobre la Mona Lisa, de Da Vinci no le pertenecen a nadie porque la obra del genio italiano ya forma parte del dominio público (lo que sucede en el Perú luego de 70 años después de la muerte del autor, tiempo durante el cual sus herederos se ven beneficiados) y es por ello que cualquiera puede utilizarla y re-dibujarla (reproducirla), comunicarla públicamente, distribuirla, etc.
Ahora bien, cada una de estas nuevas reproducciones son, por sí mismas, obras que merecen una protección y un reconocimiento a su autor. Es por eso que los autores de todas estas obras derivadas que se crean a partir de la primigenia, no solo gozan de los derechos morales(*) derivados de sus creaciones, sino además, de los correspondientes derechos patrimoniales.
Pero eso no quiere decir que se pueda hacer lo que uno quiera con “La Gioconda”. Aquel que la desee utilizar, tendrá que respetar los derechos morales del autor, como por ejemplo el derecho a la integridad de la obra. O sea, que dibujar la Mona Lisa con un tronchazo de marihuana, bien podría ser una afectación a la obra original que, en principio no fue concebida en esos términos, por lo que constituye una infracción que, en el caso particular de la Mona Lisa, resulta ser una afectación bastante recurrente, aunque no podemos negar que es a veces muy divertida.
.
.
(*) Los derechos morales (a diferencia de los patrimoniales) son aquellos que ostenta el autor de una obra y están perfilados a partir de una consideración inicial, a saber, que la misma es una prolongación de la personalidad de su autor y por eso, es que son inalienables, inembargables, irrenunciables e imprescriptibles.
1 comentarios:
El dibujo hecho en paint o con la espuma del cafè que me parece de lo màs ingenioso y sobre todo artìstico, pero ¿hacerlo con hamburguesas? si el artìsta querìa usar grasa hubiera usado por ejemplo un trapo mojado en aceite, cualquier cosa. Hay muchos niños murièndose de hambre en el mundo ¿no les parece?
crc
Publicar un comentario